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Foto © Bob Miller
Seis meses colaborando con la Iniciativa para la Restauración de Tortugas Gigantes en Galápagos
26 agosto, 2016
Por Rocio Ruiz, bióloga por la Universidad de Málaga en España y etóloga.
Resumir en pocas palabras mi experiencia de 6 meses en Galápagos es difícil. Tras regresar a mi hogar en Málaga, España, me siento a escribir y mi corazón quiere volver a los paisajes y las voces que quedaron atrás. Aún recuerdo a María del Mar Trigo, amiga e investigadora experta en aerobiología y botánica, hablándome de Galapagos Conservancy. No podía creerlo cuando vi el email de Wacho Tapia, director del Programa de la Restauración de Tortugas Gigantes en Galápagos, confirmando mi participación como voluntaria. Como bióloga, para mí era un sueño hecho realidad.
Al llegar al archipiélago quedé impresionada por el azul de sus aguas, el bosque de Scalesias, sus lobos e iguanas marinas, pelícanos, piqueros, tiburones, tortugas marinas, playas, y la avenida cargada de tiendas y colores. Era increíble estar allí.
Preparamos la expedición científica al Volcán Wolf, con el fin de recuperar tortugas gigantes híbridas con genes de las especies extintas de las islas Pinta y Floreana. Me sentía cargada de ilusión por poder formar parte de esa aventura única encabezada por los científicos Wacho Tapia, Gisella Caccone y James Gibbs.
Junto con los guardaparques y científicos colaboradores me embarqué en el buque Sierra Negra, la noche del 18 de Noviembre de 2015. A la mañana siguiente, el helicóptero nos dejó cerca del campamento, donde caminamos con cuidado por las coladas de lava, entre algunos cactus que salpicaban el terreno.
En total fueron 8 días de búsqueda, abriéndonos paso entre la densa vegetación. En aquella inmensidad sientes que eres poco más que un humilde grano de arena. Pero todo esfuerzo tiene su recompensa; encontramos un macho muy similar al Solitario Jorge, comprobamos nerviosos la lista de aquellos con mayor potencial de material genético de Pinta y Floreana, y efectivamente era uno de ellos. Todo fue posible gracias a la gran experiencia de los guardaparques Anibal Altamirano y Rafael Díaz. Para mí fue un privilegio y me sentí muy contenta. Finalmente regresamos con 13 machos y 19 hembras al Centro de Reproducción de Tortugas Fausto Llerena en Santa Cruz.
Pasé gran parte de mi estancia en el Centro de Crianza Fausto Llerena, donde se lleva a cabo una labor imprescindible para la conservación de las tortugas gigantes, ya que mantienen el frágil equilibrio de estas islas. Vi tortuguitas salir del cascarón y dar sus primeros pasos— es algo mágico. He aprendido a medirlas, pesarlas y marcarlas de la mano de los guardaparques Freddy Villalva, Walter Chimborazo y Moises Villafuerte, personas que aman su trabajo y hacen que también lo hagan los demás. Además me encargué de contribuir a la mejora de la base de datos, donde se registra la información de cada individuo, imprescindible para el estudio a largo plazo.
Por otro lado, Jennifer Vásconez, una estudiante ecuatoriana haciendo su Licenciatura en la Universidad Central del Ecuador, realizó un estudio científico con las tortugas de Wolf, para determinar el tiempo necesario de cuarentena cuando una tortuga viene de otro lugar, y la dieta de estas. La pude ayudar en la recolección de heces cada día y supervisé su trabajo; aprendimos mucho juntas.
Decidí estudiar el comportamiento social de las tortugas gigantes y las iguanas marinas. Observé y tomé datos sobre la jerarquía y dominancia de las tortugas traídas del Volcán Wolf en cautivario, y sobre el movimiento de “head bobbing” de las iguanas marinas en la naturaleza.
Además participé como asistente de campo con un grupo de investigación alemán. Tomamos medidas morfométricas y muestras de iguanas marinas de 7 islas diferentes para estudiar y comprender la interacción social de estas. Durante dos semanas a bordo del velero El Pirata me acompañaron lindos atardeceres, noches estrelladas, historias de fantasmas y mares bravos.
Galápagos es un lugar único en el mundo, tanto por sus paisajes, fauna y flora como por su gente. He crecido tanto profesional como personalmente, y he aprendido que el trabajo de conservación es duro pero imprescindible y a la vez satisfactorio. Seguiré luchando por mis proyectos de futuro, y espero volver algún día de nuevo.
Rocio Ruiz es bióloga por la Universidad de Málaga en España y etóloga. Realizó un voluntariado de seis meses en las islas Galápagos bajo la supervisión de Wacho Tapia, director de la Iniciativa para la Restauración de las Tortugas Gigantes. Finalizó su MSc en 2015 con una investigación sobre el comportamiento de petición en pollitos de paseriformes en la Estación Biológica de Doñana (CSIC), con el Dr. Tomás Redondo.
By: Kimber Wukitsch