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Foto © Bob Miller
Realizando mi tesis literalmente entre heces de tortugas gigantes
01 septiembre, 2016
Luego de cuatro años intensos de estudiar biología en la Universidad, me encontraba buscando un buen tema para hacer mi tesis, y así es como mi historia como tesista de la Giant Tortoise Restoration Initiative empezó. El 16 de noviembre de 2015 tuve la oportunidad de comenzar mi trabajo con Galapagos Conservancy y la Dirección del Parque Nacional Galápagos.
Inmediatamente, mientras científicos y guardaparques estaban en volcán Wolf buscando un grupo de tortugas híbridas con genes de las especies extintas de las islas Pinta y Floreana, un grupo de guardaparques y yo nos encargamos de eliminar todos los frutos y semillas presentes en los corrales donde serían alojadas las tortugas extraídas del volcán. El propósito fue asegurar que no haya ninguna posibilidad de que las tortugas traídas del volcán Wolf puedan ingerir semillas en Santa Cruz. En realidad esa fue la parte más fácil del trabajo. Lo más complicado empezó el 29 de noviembre cuando 32 tortugas llegaron desde volcán Wolf. Mi tarea fue colectar diariamente todas sus heces, para posteriormente analizar en ellas su contenido de semillas. El propósito esta vez en cambio era evitar que plantas de volcán Wolf sean trasladadas y que se establezcan en Santa Cruz, y al mismo tiempo determinar las plantas que las tortugas han estado comiendo en el volcán.
Durante siete semanas mi rutina incluyó visitar los corrales y colectar las heces dos veces por día. Cada día revisé las heces, sacando todas las semillas para su futura identificación. Después de las siete semanas, finalmente llegó el día en que al revisar el contenido de las heces ya no había más semillas, lo que significaba que toda la comida, incluyendo las semillas que las tortugas comieron en el volcán Wolf antes de su viaje a Santa Cruz, ya habían pasado por sus intestinos. Por lo tanto, pude dejar de colectar sus heces y como tal el período de cuarentena había terminado.
En total, recolecté 700 kilogramos de heces producidos por las 32 tortugas. El trabajo, tanto para separar como para identificar las semillas encontradas, fue arduo y necesité de ayuda continua no solo de voluntarios, científicos (especialmente en la identificación de las semillas) y amigos, sino de mi familia. Además tuve que adquirir conocimientos especializados sobre la flora de Galápagos y sus semillas, así como del comportamiento de las tortugas.
Varias veces los guardaparques responsables del Centro de Crianza y yo detectamos (aunque suene increíble) que algunas tortugas escaparon de su coral, trepando el muro de piedra, a veces estaban fuera del corral por algunas horas. No volví a pensar en estos eventos hasta que seis meses después; mientras estuve identificando las especies a las que pertenecían las semillas extraídas de las heces, encontré unas de mangle botón, una sorpresa total. Cuando investigué si esta especie de mangle existía en el área de vida de las tortugas gigantes en el volcán pude comprobar que no; entonces esto sumado al hecho que tampoco existen mangles en el interior de los corrales en el Centro de Crianza, me llevaron a pensar en la posibilidad que durante las pocas horas que algunas tortugas escaparon de su corral avanzaron hasta alguna área en la que existen manglares. Decidí explorar la posible ruta que debieron haber seguido y pude comprobar que hay un árbol de mangle botón justo frente a la puerta de ingreso al área de incubación del Centro de Crianza y es probablemente ahí donde pudieron haber consumido sus frutos.
Durante mi estancia no solo aprendí cosas nuevas y recordé otras que aprendí en la universidad sino que hice amigos. Pues no todo fue solo trabajo; tuve la oportunidad de compartir tanto con científicos internacionales como con personal que trabaja en tres instituciones diferentes como son: Galapagos Conservancy, la Dirección del Parque Nacional Galápagos y la Fundación Charles Darwin, todas con un mismo objetivo contribuir a la conservación de Galápagos.
No sé cómo voy a despedirme cuando sea la hora de partir, porque estoy feliz de poder ser parte del grupo de personas que está trabajando aquí para la conservación de estas hermosas islas. Me gustaría continuar; es una hermosa oportunidad de contribuir a la conservación a través de la generación de descubrimientos y conocimientos útiles para el archipiélago y todo esto a partir de heces, material que normalmente a todos nos resulta repugnante, pero que en realidad en su interior tiene muchas historias que contarnos.
By: Kimber Wukitsch