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Foto © Bob Miller
Parte II: Gigantes y misterios de Volcán Darwin
05 diciembre, 2019
Por Diego Andino Robalino, biólogo graduado en la Universidad Central del Ecuador, Guía Naturalista del Parque Nacional Galápa-gos y Fotógrafo apasionado por la vida silvestre.
Cuando naces en Galápagos, sientes que perteneces no solo a un ecosistema único en el mundo, sino que tu deber es protegerlo. En mi caso me gusta todo de Galápagos, pero me apasionan las tortugas gigantes. Por lo que desde mi perspectiva, preservarlas, protegerlas, documentar su historia natural y compartirla, es la mejor forma de generar conciencia por la conservación de estos quelonios. Enlistado como voluntario en las filas de la Giant Tortoise Restoration Initiative, tuve la asombrosa oportunidad de participar en el censo de tortugas gigantes en Volcán Darwin, lo cual me permitió caminar en uno de los terrenos más hostiles y desafiantes de la isla Isabela, pero también ser uno de los pocos seres humanos que ha tenido el privilegio de transitar por esos sitios.
La expedición duró 10 días, pero previo al viaje fueron necesarias semanas de preparación. Una vez llegado el momento, todo inició abordo del R/V Sierra Negra de la Dirección del Parque Na-cional Galápagos (DPNG), al cual le tomó 11 horas de navegación desde Puerto Ayora, para arri-bar hasta el Volcán, anclando en la costa de Cráter Beagle, donde está ubicada la base de control de la DPNG conocida como “Base Bolívar”. Desde ahí, muy temprano y con la ayuda de un heli-cóptero los grupos de trabajo fuimos distribuidos en los 10 diferentes cuadrantes de investiga-ción asignados por el Líder de la Expedición Wacho Tapia.
Previo al viaje fuimos advertidos que el nivel de dificultad sería alto. Pero solo cuando el helicóptero nos dejó en nuestro cuadrante, mi equipo y yo entendimos cuan difíciles serían esos 10 días. Pues aun-que el paisaje era hermoso, contaba con poco o casi nada de vegetación para levantar un campamento, así que nos vimos forzados a buscar un lugar el cual nos diera por lo menos algo de sombra, pero que además estuviera ubicado de forma tal que nos facilite un poco la búsqueda diaria de las tortugas.
Aunque llegar en helicóptero a nuestro cuadrante en el flanco Sur del volcán a 600 metros sobre el nivel del mar, fue muy rápido y fácil, lo complicado fue encontrar un sitio confortable para acampar. De hecho, aproximadamente a un kilómetro de distancia, avistamos un cono de escoria el cual poseía al-gunos arboles de palo santo para protegernos del abrasante sol. Entonces emprendimos la marcha con todo el quipaje y provisiones sobre nuestras espaldas. Aquel cono de color rojizo debido a la oxidación del hierro en la roca era hogar de una iguana terrestre macho, la cual nos hizo compañía durante nues-tra estancia, lo cual fue un gran privilegio.
Durante los días de expedición tuvimos encuentros con muchas especies como pájaros brujos, pinzo-nes, cucuves y escuchamos el canto de varios cuclillos. Pero lo más impresionante fue la gran abun-dancia de iguanas terrestres, jamás en mi vida había visto tantas juntas. En esta época del año (tempo-rada de garúa) las tortugas migran hasta las zonas mas altas y húmedas, por lo que encontramos pocos individuos, pero logramos alcanzar el objetivo de la expedición, desentrañar los misterios de la pobla-ción de volcán Darwin, especie de la cual hasta antes de esta expedición se conocía muy poco.
Aunque estuvimos en un lugar prístino, no todo fue solo flora, fauna y paisajes espectaculares. Pues mis compañeros Wilson Villafuerte y Novarino Castillo, mientras buscaban tortugas, entre muy agres-tes campos de lava, encontraron restos (Mochilas, latas, pastas dentales, estacas para tiendas de campaña, y antiguas balas) de un antiguo equipo militar. Entre las muchas historias antiguas y no muy bien documentadas, hay una que cuenta que en los 70’s como parte del entrenamiento militar, era común ponerles tareas difíciles. Entre ellas sobrevivir a grandes y complejas travesías, como el caso de 11 militares quienes fueron dejados en Punta Albermarle y debían llegar hasta Caleta Tagus para ser recogidos. Claro está físicamente esto era imposible, la misión fracasó, dos hombres murieron y los restantes regresaron a Punta Albermarle, donde fueron rescatados por un barco de turismo. No estoy seguro si las cosas en-contradas pertenecieron a este grupo o a otro. Pero lo que si es claro, es que los restos encontrados, pertenecían a militares. Cuál fue su destino? Porqué abandonaron esas cosas ahí? Seguirá siendo un misterio. Ojalá hayan sobrevido a las inclemencias del clima y los campos de lava de volcán Darwin.
Sin lugar a dudas esta fue una de las mejores experiencia de mi vida. Un viaje que nos dejó recuerdos inborrables, con sabores de aventura e intriga por caminar en sitios muy poco explorados; desde cam-pos de lava sin una sola planta, hasta bosques extremadamente densos, compuestos básicamente de arbustos espinosos de Uña de Gato (Zanthoxylum fagara). Espero volver a tener la oportunidad de con-tribuir a la conservación de las tortugas, y formar parte de otra expedición. Mientras tanto disfruto de la satisfación del deber cumplido y los recuedos de una expedición única y que estoy seguro, ninguno de los participantes la vamos a olvidar.
By: Kimber Wukitsch